lunes, 7 de abril de 2014

Viviendo para volver a nacer



No suelo decir o dar una explicación de porque escribo lo que escribo, pero esta vez creo que vale la pena hacerlo.
Ya desde algunos años se viene jugando con la seguridad como un tema para ganar votos y generar,por parte de los medios de comunicación, una paranoia, una sensación térmica alarmante, se juega con la seguridad con el fin de lucrar más. Esto ha llevado a las personas a salir con miedo a la calle, cuidarse del botija o pibe que viene caminando atrás de uno como si nos fueran a matar. Ojo las cosas pasan, pero no son más que lo que pasaba antes, la diferencia es que ahora el mostrarnos y asustarnos con todo lucra y mucho.
Los poderosos de este país, hijos de la escoria más grande que hay, dictadores, personas que tienen miedo de poner su apellido frente a la candidatura, quieren meter botijas presos, juzgarlos como mayores, cuando son uno niños que no saben nada, que se criaron en un seno familiar deplorable, viendo mucha mierda a su alrededor, sin nadie que los motive y les sea de punto de apoyo para salir adelante. Gurises que crecen en asentamientos, rodeados de agua podrida y basura descomponiéndose. Personas que no saben que es tener los cuatro alimentos diarios y que creen que robar está bien ya que vieron al padre hacerlo toda su vida. A esas personas son a las que quiere meter tras las rejas, dejando que un preso más grande se lo viole en el comcar, que los agarre de perra y los deje traumatizados de por vida, sin un objetivo por el cual luchar, por el que vivir o soñar.
Estos tipos, que llegan a sus casas en pocitos o carrasco, en sus mercedes y se sientan a tomar un buen whisky y mirar televisión en sus pantallas plasmas, sin saber que es pasar hambre o vivir en miseria, son estos tipos que quieren meterlos presos, cuando esa no es la solución a los problemas que nos enfrentamos en estos días, a los cuales debemos combatir unidos como una comunidad, participando, educando y principalmente luchando por los derechos e igualdades que debemos tener, que nos deberían ser otorgados por el simple hecho de ser personas!!
Es por esto que escribo este relato corto, viendo desde otro punto de vista lo que es la vida, o lo que yo me puedo imaginar a través de experiencias otorgadas por participar en movidas e interactuar con las personas que sufren de estos estigmas sociales impuestos por los de arriba que buscan el beneficio propio. Gracias!
NO BAJEMOS LA EDAD DE IMPUTABILIDAD!!!

-----------------------------------------------------------------------------

Un botija iba caminando por la calle, mirando al mundo. A su alrededor iba viendo a las personas caminar, algunas corriendo, apuradas por el tiempo, y otras solo por costumbre.
Al pasar por uno de los tantos comercios, que decoraban 18 de julio, se vio reflejado por uno de los vidrios de dicho comercio, los vidrios estaban muy limpios, con el objetivo de que los caminantes que pasaran por allí pudieran ver lo que la tienda ofrecía.
Pero él en particular no se sintió atraído por las cosas que allí se vendía, sino que le llamo la atención algo que en el vidrio se reflejaba. Lo que allí se veía era su reflejo, el reflejo de un muchacho descalzo, sucio y con su ropa toda rota. Eso lo puso muy deprimido, no le gustaba lo que en él veía.
Al mismo tiempo que se llevaba a cabo esa escena, pasan por al lado del muchacho una mujer con su hijo, entrando a la tienda, el muchacho de más o menos la misma edad que él, iba bien vestido, prolijo y se lo observaba muy feliz.
Así, con la mirada perdida se quedó mirando el vidrio, sin moverse del lugar, se quedo analizando esos dos mundo opuestos que se expresaban con tan solo al ver a los dos muchachos. Luego vio salir a la mujer con su hijo, el mismo llevaba consigo un par de bolsas y le agradecía a la madre el regalo que la había hecho, y se fueron, perdiéndose en la multitud que llena el centro de Montevideo.
La escena anterior hicieron desear al muchacho poder ser como el chico que hacía compras.
Al llegar a su casa, en uno de los tantos asentamientos que hay en nuestra ciudad, se encontró, de nuevo, con su realidad de todos los días. El padre le gritaba a su madre y les decía a los cuatro hijos allí presentes que se fueran de la casa por un rato.
A pesar de la petición del padre, el muchacho se escondió detrás de una de las ventanas que daban al comedor de su rancho. Cuando se asomó por el vidrio, vio como el padre agarraba a su madre e intentaba forzarla a mantener relaciones sexuales con él.
La madre resistiéndose le decía:
- Juan, estás muy borracho!!
- Dale, enferma vení.
Ella seguía resistiendo hasta que el padre se aburrió de intentarlo y se conformó con darle una paliza a la pobre mujer e irse a el bar del barrio, posiblemente a contarle a sus amigos como había puesto a su mujer en su lugar.
El muchacho al ver como se iba el padre, entró a la casa a ayudar a su golpeada madre, ella, llorando, al ver entrar a uno de sus hijos intento amainar las lagrimas que salían de sus ojos y le dijo que no pasaba nada, que la culpa la tenía ella, el padre solo había tenido un mal día.
Todas estás cosas hicieron que el muchacho se alejara de sus hogar, para pasar todo el día en la esquina, tomando y fumando con los, de vez en cuando se metía en alguna pelea con otro muchacho o eran detenidos por la policía, aprovechando el momento para darles una paliza en medio de la calle.
Un día, deseoso de tener dinero y poder comprar un celular y un par de championes Nike, acepto ir con un amigo a robar el un comercio, lo cual hicieron, robaron y apalearon al comerciante. Esta rutina se hizo cada vez más común, a veces caminaba por el centro de la ciudad buscando a quien poder arrebatar la cartera o robar algún celular de la mano de un descuidado.
Pero un día no le salió como lo tenía planeado, y terminó siendo procesado. Allí dentro sufrió de muchos males, no solo las pelear con policías y con otros reclusos, sino que lo que más le afecto fue la soledad. Nadie lo visitaba, ni su familia, que lo había olvidado, ni sus amigos con los que pasaba todo el día en la esquina.
Por buena conducta y gracias a que acepto un trabajo en la construcción, otorgado por un plan de reinserción para jóvenes privados de libertad.
Laburó, se alejo del barrio y empezó el liceo de nuevo, paso a paso logró terminan sus estudios y se recibió de ingeniero.
Años después pasó de nuevo por aquel comercio, donde había descubiertos de las las muchas caras que tiene el mundo, y lo que vio reflejado en ese momento no era lo que había visto la última vez.
Estaba cambiado, su aspecto no era el mismo, no solo por los años, estaba prolijo y las personas no lo miraban con miedo ni cruzaban la calle pensando que les podría hacer algo.
Su vida no era igual ni el lo era, ya no se veía como el muchacho sucio, descalzo, que veía llegar al padre borracho, pronto para darle una paliza a el, a sus hermanos o a él.
También había cambiado su forma de percibir el mundo...
-----------------------------------------------------------------------------

''SEAN''

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lunes, 7 de abril de 2014

Viviendo para volver a nacer



No suelo decir o dar una explicación de porque escribo lo que escribo, pero esta vez creo que vale la pena hacerlo.
Ya desde algunos años se viene jugando con la seguridad como un tema para ganar votos y generar,por parte de los medios de comunicación, una paranoia, una sensación térmica alarmante, se juega con la seguridad con el fin de lucrar más. Esto ha llevado a las personas a salir con miedo a la calle, cuidarse del botija o pibe que viene caminando atrás de uno como si nos fueran a matar. Ojo las cosas pasan, pero no son más que lo que pasaba antes, la diferencia es que ahora el mostrarnos y asustarnos con todo lucra y mucho.
Los poderosos de este país, hijos de la escoria más grande que hay, dictadores, personas que tienen miedo de poner su apellido frente a la candidatura, quieren meter botijas presos, juzgarlos como mayores, cuando son uno niños que no saben nada, que se criaron en un seno familiar deplorable, viendo mucha mierda a su alrededor, sin nadie que los motive y les sea de punto de apoyo para salir adelante. Gurises que crecen en asentamientos, rodeados de agua podrida y basura descomponiéndose. Personas que no saben que es tener los cuatro alimentos diarios y que creen que robar está bien ya que vieron al padre hacerlo toda su vida. A esas personas son a las que quiere meter tras las rejas, dejando que un preso más grande se lo viole en el comcar, que los agarre de perra y los deje traumatizados de por vida, sin un objetivo por el cual luchar, por el que vivir o soñar.
Estos tipos, que llegan a sus casas en pocitos o carrasco, en sus mercedes y se sientan a tomar un buen whisky y mirar televisión en sus pantallas plasmas, sin saber que es pasar hambre o vivir en miseria, son estos tipos que quieren meterlos presos, cuando esa no es la solución a los problemas que nos enfrentamos en estos días, a los cuales debemos combatir unidos como una comunidad, participando, educando y principalmente luchando por los derechos e igualdades que debemos tener, que nos deberían ser otorgados por el simple hecho de ser personas!!
Es por esto que escribo este relato corto, viendo desde otro punto de vista lo que es la vida, o lo que yo me puedo imaginar a través de experiencias otorgadas por participar en movidas e interactuar con las personas que sufren de estos estigmas sociales impuestos por los de arriba que buscan el beneficio propio. Gracias!
NO BAJEMOS LA EDAD DE IMPUTABILIDAD!!!

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Un botija iba caminando por la calle, mirando al mundo. A su alrededor iba viendo a las personas caminar, algunas corriendo, apuradas por el tiempo, y otras solo por costumbre.
Al pasar por uno de los tantos comercios, que decoraban 18 de julio, se vio reflejado por uno de los vidrios de dicho comercio, los vidrios estaban muy limpios, con el objetivo de que los caminantes que pasaran por allí pudieran ver lo que la tienda ofrecía.
Pero él en particular no se sintió atraído por las cosas que allí se vendía, sino que le llamo la atención algo que en el vidrio se reflejaba. Lo que allí se veía era su reflejo, el reflejo de un muchacho descalzo, sucio y con su ropa toda rota. Eso lo puso muy deprimido, no le gustaba lo que en él veía.
Al mismo tiempo que se llevaba a cabo esa escena, pasan por al lado del muchacho una mujer con su hijo, entrando a la tienda, el muchacho de más o menos la misma edad que él, iba bien vestido, prolijo y se lo observaba muy feliz.
Así, con la mirada perdida se quedó mirando el vidrio, sin moverse del lugar, se quedo analizando esos dos mundo opuestos que se expresaban con tan solo al ver a los dos muchachos. Luego vio salir a la mujer con su hijo, el mismo llevaba consigo un par de bolsas y le agradecía a la madre el regalo que la había hecho, y se fueron, perdiéndose en la multitud que llena el centro de Montevideo.
La escena anterior hicieron desear al muchacho poder ser como el chico que hacía compras.
Al llegar a su casa, en uno de los tantos asentamientos que hay en nuestra ciudad, se encontró, de nuevo, con su realidad de todos los días. El padre le gritaba a su madre y les decía a los cuatro hijos allí presentes que se fueran de la casa por un rato.
A pesar de la petición del padre, el muchacho se escondió detrás de una de las ventanas que daban al comedor de su rancho. Cuando se asomó por el vidrio, vio como el padre agarraba a su madre e intentaba forzarla a mantener relaciones sexuales con él.
La madre resistiéndose le decía:
- Juan, estás muy borracho!!
- Dale, enferma vení.
Ella seguía resistiendo hasta que el padre se aburrió de intentarlo y se conformó con darle una paliza a la pobre mujer e irse a el bar del barrio, posiblemente a contarle a sus amigos como había puesto a su mujer en su lugar.
El muchacho al ver como se iba el padre, entró a la casa a ayudar a su golpeada madre, ella, llorando, al ver entrar a uno de sus hijos intento amainar las lagrimas que salían de sus ojos y le dijo que no pasaba nada, que la culpa la tenía ella, el padre solo había tenido un mal día.
Todas estás cosas hicieron que el muchacho se alejara de sus hogar, para pasar todo el día en la esquina, tomando y fumando con los, de vez en cuando se metía en alguna pelea con otro muchacho o eran detenidos por la policía, aprovechando el momento para darles una paliza en medio de la calle.
Un día, deseoso de tener dinero y poder comprar un celular y un par de championes Nike, acepto ir con un amigo a robar el un comercio, lo cual hicieron, robaron y apalearon al comerciante. Esta rutina se hizo cada vez más común, a veces caminaba por el centro de la ciudad buscando a quien poder arrebatar la cartera o robar algún celular de la mano de un descuidado.
Pero un día no le salió como lo tenía planeado, y terminó siendo procesado. Allí dentro sufrió de muchos males, no solo las pelear con policías y con otros reclusos, sino que lo que más le afecto fue la soledad. Nadie lo visitaba, ni su familia, que lo había olvidado, ni sus amigos con los que pasaba todo el día en la esquina.
Por buena conducta y gracias a que acepto un trabajo en la construcción, otorgado por un plan de reinserción para jóvenes privados de libertad.
Laburó, se alejo del barrio y empezó el liceo de nuevo, paso a paso logró terminan sus estudios y se recibió de ingeniero.
Años después pasó de nuevo por aquel comercio, donde había descubiertos de las las muchas caras que tiene el mundo, y lo que vio reflejado en ese momento no era lo que había visto la última vez.
Estaba cambiado, su aspecto no era el mismo, no solo por los años, estaba prolijo y las personas no lo miraban con miedo ni cruzaban la calle pensando que les podría hacer algo.
Su vida no era igual ni el lo era, ya no se veía como el muchacho sucio, descalzo, que veía llegar al padre borracho, pronto para darle una paliza a el, a sus hermanos o a él.
También había cambiado su forma de percibir el mundo...
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No suelo decir o dar una explicación de porque escribo lo que escribo, pero esta vez creo que vale la pena hacerlo.
Ya desde algunos años se viene jugando con la seguridad como un tema para ganar votos y generar,por parte de los medios de comunicación, una paranoia, una sensación térmica alarmante, se juega con la seguridad con el fin de lucrar más. Esto ha llevado a las personas a salir con miedo a la calle, cuidarse del botija o pibe que viene caminando atrás de uno como si nos fueran a matar. Ojo las cosas pasan, pero no son más que lo que pasaba antes, la diferencia es que ahora el mostrarnos y asustarnos con todo lucra y mucho.
Los poderosos de este país, hijos de la escoria más grande que hay, dictadores, personas que tienen miedo de poner su apellido frente a la candidatura, quieren meter botijas presos, juzgarlos como mayores, cuando son uno niños que no saben nada, que se criaron en un seno familiar deplorable, viendo mucha mierda a su alrededor, sin nadie que los motive y les sea de punto de apoyo para salir adelante. Gurises que crecen en asentamientos, rodeados de agua podrida y basura descomponiéndose. Personas que no saben que es tener los cuatro alimentos diarios y que creen que robar está bien ya que vieron al padre hacerlo toda su vida. A esas personas son a las que quiere meter tras las rejas, dejando que un preso más grande se lo viole en el comcar, que los agarre de perra y los deje traumatizados de por vida, sin un objetivo por el cual luchar, por el que vivir o soñar.
Estos tipos, que llegan a sus casas en pocitos o carrasco, en sus mercedes y se sientan a tomar un buen whisky y mirar televisión en sus pantallas plasmas, sin saber que es pasar hambre o vivir en miseria, son estos tipos que quieren meterlos presos, cuando esa no es la solución a los problemas que nos enfrentamos en estos días, a los cuales debemos combatir unidos como una comunidad, participando, educando y principalmente luchando por los derechos e igualdades que debemos tener, que nos deberían ser otorgados por el simple hecho de ser personas!!
Es por esto que escribo este relato corto, viendo desde otro punto de vista lo que es la vida, o lo que yo me puedo imaginar a través de experiencias otorgadas por participar en movidas e interactuar con las personas que sufren de estos estigmas sociales impuestos por los de arriba que buscan el beneficio propio. Gracias!
NO BAJEMOS LA EDAD DE IMPUTABILIDAD!!!

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Un botija iba caminando por la calle, mirando al mundo. A su alrededor iba viendo a las personas caminar, algunas corriendo, apuradas por el tiempo, y otras solo por costumbre.
Al pasar por uno de los tantos comercios, que decoraban 18 de julio, se vio reflejado por uno de los vidrios de dicho comercio, los vidrios estaban muy limpios, con el objetivo de que los caminantes que pasaran por allí pudieran ver lo que la tienda ofrecía.
Pero él en particular no se sintió atraído por las cosas que allí se vendía, sino que le llamo la atención algo que en el vidrio se reflejaba. Lo que allí se veía era su reflejo, el reflejo de un muchacho descalzo, sucio y con su ropa toda rota. Eso lo puso muy deprimido, no le gustaba lo que en él veía.
Al mismo tiempo que se llevaba a cabo esa escena, pasan por al lado del muchacho una mujer con su hijo, entrando a la tienda, el muchacho de más o menos la misma edad que él, iba bien vestido, prolijo y se lo observaba muy feliz.
Así, con la mirada perdida se quedó mirando el vidrio, sin moverse del lugar, se quedo analizando esos dos mundo opuestos que se expresaban con tan solo al ver a los dos muchachos. Luego vio salir a la mujer con su hijo, el mismo llevaba consigo un par de bolsas y le agradecía a la madre el regalo que la había hecho, y se fueron, perdiéndose en la multitud que llena el centro de Montevideo.
La escena anterior hicieron desear al muchacho poder ser como el chico que hacía compras.
Al llegar a su casa, en uno de los tantos asentamientos que hay en nuestra ciudad, se encontró, de nuevo, con su realidad de todos los días. El padre le gritaba a su madre y les decía a los cuatro hijos allí presentes que se fueran de la casa por un rato.
A pesar de la petición del padre, el muchacho se escondió detrás de una de las ventanas que daban al comedor de su rancho. Cuando se asomó por el vidrio, vio como el padre agarraba a su madre e intentaba forzarla a mantener relaciones sexuales con él.
La madre resistiéndose le decía:
- Juan, estás muy borracho!!
- Dale, enferma vení.
Ella seguía resistiendo hasta que el padre se aburrió de intentarlo y se conformó con darle una paliza a la pobre mujer e irse a el bar del barrio, posiblemente a contarle a sus amigos como había puesto a su mujer en su lugar.
El muchacho al ver como se iba el padre, entró a la casa a ayudar a su golpeada madre, ella, llorando, al ver entrar a uno de sus hijos intento amainar las lagrimas que salían de sus ojos y le dijo que no pasaba nada, que la culpa la tenía ella, el padre solo había tenido un mal día.
Todas estás cosas hicieron que el muchacho se alejara de sus hogar, para pasar todo el día en la esquina, tomando y fumando con los, de vez en cuando se metía en alguna pelea con otro muchacho o eran detenidos por la policía, aprovechando el momento para darles una paliza en medio de la calle.
Un día, deseoso de tener dinero y poder comprar un celular y un par de championes Nike, acepto ir con un amigo a robar el un comercio, lo cual hicieron, robaron y apalearon al comerciante. Esta rutina se hizo cada vez más común, a veces caminaba por el centro de la ciudad buscando a quien poder arrebatar la cartera o robar algún celular de la mano de un descuidado.
Pero un día no le salió como lo tenía planeado, y terminó siendo procesado. Allí dentro sufrió de muchos males, no solo las pelear con policías y con otros reclusos, sino que lo que más le afecto fue la soledad. Nadie lo visitaba, ni su familia, que lo había olvidado, ni sus amigos con los que pasaba todo el día en la esquina.
Por buena conducta y gracias a que acepto un trabajo en la construcción, otorgado por un plan de reinserción para jóvenes privados de libertad.
Laburó, se alejo del barrio y empezó el liceo de nuevo, paso a paso logró terminan sus estudios y se recibió de ingeniero.
Años después pasó de nuevo por aquel comercio, donde había descubiertos de las las muchas caras que tiene el mundo, y lo que vio reflejado en ese momento no era lo que había visto la última vez.
Estaba cambiado, su aspecto no era el mismo, no solo por los años, estaba prolijo y las personas no lo miraban con miedo ni cruzaban la calle pensando que les podría hacer algo.
Su vida no era igual ni el lo era, ya no se veía como el muchacho sucio, descalzo, que veía llegar al padre borracho, pronto para darle una paliza a el, a sus hermanos o a él.
También había cambiado su forma de percibir el mundo...
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