domingo, 13 de abril de 2014

ADICCIONES

ADICCIONES.

- María, ya te dije que me dejaras en paz por dios!!
- Raul, debes considerar lo que te estoy diciendo, no es sano, es una puta adicción!!
- Estas loca mujer, te dije que no he tomado nada.
- Tu aliento no dice lo mismo.
- Estás obsesionada!

Esa discusión se hacía cada vez más seguido, desde que a Raul le habían cortado la jornada laboral a la mitad.
Llevaban casados quince años de los cuales sólo los primeros dos fueron felices, luego pasó a ser pura rutina, se querían pero no como antes. La etapa de luna de miel se había terminado, ahora solo les quedaban esos viejos recuerdos de amor y pasión, el cuidar de sus dos hijos y las tareas diarias de todos los días.
El marido se sentía vacío, ya no era feliz, no solo con su mujer, sino que con su trabajo y con su vida. Había decido ahogar sus penas en tragos de whisky o vino, y eso lo hacía olvidarse por momentos que vida de mierda llevaba.
Un día salió más tarde de lo habitual del bar y más borracho de lo normal. Estaba furioso, depresivo y con ganas de partirse la cabeza contra la primer pared que se le cruzara. Al llegar a la casa, su mujer lo esperaba en el sillón del living. Ella con cara malhumorada, estaba lista para lanzarle todos los insultos que se le ocurriera. Ya no soportaba llevar la vida que tenía, era capaz de aguantar la falta de acción o pasión que algún día tuvieron, pero no soportaría tener a un marido borracho, gastando la poca plata que ganaba en alcohol en ese antro que él visitaba a diario.
- Me lo imaginaba, maldito borracho- le dijo ella sin aguantarse y con el mayor desprecio que pudo. Sus palabras eran como veneno saliendo de los colmillos de una serpiente.
- Hoy no estoy para tus payasadas María, así que vete a la cama - le dijo, sin pensarlo dos veces.
- No me importa, no voy a dejar que gastes todo el dinero que hay para darle de comer a nuestros dos hijos, en esa mierda.
- Me importa un carajo lo que piense, andate sino querés que te rompa la cara a piñazos.
- Que ahora me vas a pegar?- le dijo sorprendida- dale basura, ahogate solo, no voy a permitir que nos hundas contigo.
- Te advertí - y sus ojos se llenaron de rabia, esa rabia que tenía al salir del bar, con la cual no podía llegar a nada bueno.
- Me voy, me llevo a los chicos- los cuales dormían plácidamente en sus camas, mientras los dos padre discutían.
- No te los vas a llevar a ningún lado.
- Eso es lo que crees, borracho asqueroso- todo lo que le decía eran la palabras que se le habían acumulado con el paso del tiempo, todo lo que había tenido que aguantar desde que la adicción de Raul había empezado- niños levantense, nos vamos! - grito ella, y estas últimas palabras su marido no las aguanto.
- Cállate perra.
Sin más palabras se abalanzó sobre su mujer y la tomo de los brazos.
- Soltame!- comenzaron a forcejear el uno con el otro.
Hasta que Raul se dio un golpe en la cara con su puño. Al hacer esto quedó paralizado, no podía creer lo que había hecho y la soltó de inmediato.
Acto seguido miró a la escaleras y vio como sus dos hijos chicos veían la escena sin poder decir palabra alguna.
- Hijo de puta - le dijo la mujer, agarro a sus hijos y se fue para ya nunca más volver.

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domingo, 13 de abril de 2014

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- María, ya te dije que me dejaras en paz por dios!!
- Raul, debes considerar lo que te estoy diciendo, no es sano, es una puta adicción!!
- Estas loca mujer, te dije que no he tomado nada.
- Tu aliento no dice lo mismo.
- Estás obsesionada!

Esa discusión se hacía cada vez más seguido, desde que a Raul le habían cortado la jornada laboral a la mitad.
Llevaban casados quince años de los cuales sólo los primeros dos fueron felices, luego pasó a ser pura rutina, se querían pero no como antes. La etapa de luna de miel se había terminado, ahora solo les quedaban esos viejos recuerdos de amor y pasión, el cuidar de sus dos hijos y las tareas diarias de todos los días.
El marido se sentía vacío, ya no era feliz, no solo con su mujer, sino que con su trabajo y con su vida. Había decido ahogar sus penas en tragos de whisky o vino, y eso lo hacía olvidarse por momentos que vida de mierda llevaba.
Un día salió más tarde de lo habitual del bar y más borracho de lo normal. Estaba furioso, depresivo y con ganas de partirse la cabeza contra la primer pared que se le cruzara. Al llegar a la casa, su mujer lo esperaba en el sillón del living. Ella con cara malhumorada, estaba lista para lanzarle todos los insultos que se le ocurriera. Ya no soportaba llevar la vida que tenía, era capaz de aguantar la falta de acción o pasión que algún día tuvieron, pero no soportaría tener a un marido borracho, gastando la poca plata que ganaba en alcohol en ese antro que él visitaba a diario.
- Me lo imaginaba, maldito borracho- le dijo ella sin aguantarse y con el mayor desprecio que pudo. Sus palabras eran como veneno saliendo de los colmillos de una serpiente.
- Hoy no estoy para tus payasadas María, así que vete a la cama - le dijo, sin pensarlo dos veces.
- No me importa, no voy a dejar que gastes todo el dinero que hay para darle de comer a nuestros dos hijos, en esa mierda.
- Me importa un carajo lo que piense, andate sino querés que te rompa la cara a piñazos.
- Que ahora me vas a pegar?- le dijo sorprendida- dale basura, ahogate solo, no voy a permitir que nos hundas contigo.
- Te advertí - y sus ojos se llenaron de rabia, esa rabia que tenía al salir del bar, con la cual no podía llegar a nada bueno.
- Me voy, me llevo a los chicos- los cuales dormían plácidamente en sus camas, mientras los dos padre discutían.
- No te los vas a llevar a ningún lado.
- Eso es lo que crees, borracho asqueroso- todo lo que le decía eran la palabras que se le habían acumulado con el paso del tiempo, todo lo que había tenido que aguantar desde que la adicción de Raul había empezado- niños levantense, nos vamos! - grito ella, y estas últimas palabras su marido no las aguanto.
- Cállate perra.
Sin más palabras se abalanzó sobre su mujer y la tomo de los brazos.
- Soltame!- comenzaron a forcejear el uno con el otro.
Hasta que Raul se dio un golpe en la cara con su puño. Al hacer esto quedó paralizado, no podía creer lo que había hecho y la soltó de inmediato.
Acto seguido miró a la escaleras y vio como sus dos hijos chicos veían la escena sin poder decir palabra alguna.
- Hijo de puta - le dijo la mujer, agarro a sus hijos y se fue para ya nunca más volver.

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- María, ya te dije que me dejaras en paz por dios!!
- Raul, debes considerar lo que te estoy diciendo, no es sano, es una puta adicción!!
- Estas loca mujer, te dije que no he tomado nada.
- Tu aliento no dice lo mismo.
- Estás obsesionada!

Esa discusión se hacía cada vez más seguido, desde que a Raul le habían cortado la jornada laboral a la mitad.
Llevaban casados quince años de los cuales sólo los primeros dos fueron felices, luego pasó a ser pura rutina, se querían pero no como antes. La etapa de luna de miel se había terminado, ahora solo les quedaban esos viejos recuerdos de amor y pasión, el cuidar de sus dos hijos y las tareas diarias de todos los días.
El marido se sentía vacío, ya no era feliz, no solo con su mujer, sino que con su trabajo y con su vida. Había decido ahogar sus penas en tragos de whisky o vino, y eso lo hacía olvidarse por momentos que vida de mierda llevaba.
Un día salió más tarde de lo habitual del bar y más borracho de lo normal. Estaba furioso, depresivo y con ganas de partirse la cabeza contra la primer pared que se le cruzara. Al llegar a la casa, su mujer lo esperaba en el sillón del living. Ella con cara malhumorada, estaba lista para lanzarle todos los insultos que se le ocurriera. Ya no soportaba llevar la vida que tenía, era capaz de aguantar la falta de acción o pasión que algún día tuvieron, pero no soportaría tener a un marido borracho, gastando la poca plata que ganaba en alcohol en ese antro que él visitaba a diario.
- Me lo imaginaba, maldito borracho- le dijo ella sin aguantarse y con el mayor desprecio que pudo. Sus palabras eran como veneno saliendo de los colmillos de una serpiente.
- Hoy no estoy para tus payasadas María, así que vete a la cama - le dijo, sin pensarlo dos veces.
- No me importa, no voy a dejar que gastes todo el dinero que hay para darle de comer a nuestros dos hijos, en esa mierda.
- Me importa un carajo lo que piense, andate sino querés que te rompa la cara a piñazos.
- Que ahora me vas a pegar?- le dijo sorprendida- dale basura, ahogate solo, no voy a permitir que nos hundas contigo.
- Te advertí - y sus ojos se llenaron de rabia, esa rabia que tenía al salir del bar, con la cual no podía llegar a nada bueno.
- Me voy, me llevo a los chicos- los cuales dormían plácidamente en sus camas, mientras los dos padre discutían.
- No te los vas a llevar a ningún lado.
- Eso es lo que crees, borracho asqueroso- todo lo que le decía eran la palabras que se le habían acumulado con el paso del tiempo, todo lo que había tenido que aguantar desde que la adicción de Raul había empezado- niños levantense, nos vamos! - grito ella, y estas últimas palabras su marido no las aguanto.
- Cállate perra.
Sin más palabras se abalanzó sobre su mujer y la tomo de los brazos.
- Soltame!- comenzaron a forcejear el uno con el otro.
Hasta que Raul se dio un golpe en la cara con su puño. Al hacer esto quedó paralizado, no podía creer lo que había hecho y la soltó de inmediato.
Acto seguido miró a la escaleras y vio como sus dos hijos chicos veían la escena sin poder decir palabra alguna.
- Hijo de puta - le dijo la mujer, agarro a sus hijos y se fue para ya nunca más volver.